23
de octubre
TEÓRICO Nº 21
DISEÑOS DE LA
VIOLENCIA
Guías de lectura
“Diseños de la violencia”
Capítulo 16 de DISEÑO.COM
1.
La
violencia a partir de cuatro “supuestos” cotidianos
2.
Subjetividades
históricas de la violencia. Historicidad de la violencia en nuestro país.
3.
(sigue,
sigue, sigue...)
4.
La
violencia es “natural” en el hombre (en los seres humanos).
5.
La
violencia es “cultural”.
6.
Parafraseo
sobre la definición de Lengua en Saussure.
7.
Política
y violencia. Antes y ahora.
8.
La
inseguridad y el miedo como subjetividades.
9.
La
difusión como estrategia de disciplinamiento social. La enunciación de la
violencia.
10.
Diferencia
entre Discurso de la Violencia y Discurso Violento.
11.
Diferencia
entre Diseño de la Violencia y Diseño Violento.
12.
Las
metáforas del “jueguito”.
13.
Las
distintas interpretaciones de las distintas disciplinas.
14.
El
no reconocimiento del Otro.
15.
Transgresión
y violación. Diferencia.
16.
El
tercero ausente.
17.
La
“encerrona trágica”.
18.
Definición
de violencia según Feinmann.
19.
La
devaluación de la metáfora.
20.
Código
y discurso.
“Democracia y violencia”, en La sangre derramada
José P. Feinmann
En Módulo 2
1.
La
sangre derramada... “no será negociada”.
2.
Los
“pactos de sangre”.
3.
El
juramento de fidelidad y la traición.
4.
La
no negociación.
5.
La
lógica de la guerra.
6.
Una
definición más de política.
7.
Las
consignas de “muerte”. Pensar como discursos.
8.
Las
teorías de la violencia: dos facetas.
9.
La
violencia como “partera de la historia”.
10.
La
historia tramada por el crimen. (metáfora “textilera”)
11.
“En
el comienzo fue el crimen...”
12.
El
tema de la igualdad.
13.
Todos
somos desiguales. ¿En qué?
14.
Democracia
y violencia.
15.
Democracia
y desesperación.
16.
Democracia
y desesperanza.
17.
El
desamparo de los desamparados. Juntar con texto de Ulloa.
18.
El
“Fin de la Historia”.
19.
La ratio
económica. La racionalidad económica. La racionalidad del “Mercado”.
20.
El
hombre como medio y como fin. Ética de fines y ética de medios.
21.
La
“tasa de sufrimiento”.
22.
Un
hombre es un hombre.
23.
El
Che Guevara: “Ellos volverán a matar”.
24.
La
insurgencia armada como camino. Violencia y contraviolencia.
25.
La
desaparición: La “muerte argentina”.
26.
La
democracia como construcción del sujeto crítico.
27.
¿Hay
violencia legítima?
28.
La
democracia como resolución de la violencia.
29.
Nada
justifica a la violencia dentro de la democracia, nada justifica que la
democracia conduzca a la desesperación. (la “encerrona trágica” del
desamparado).
TEXTOS COMPLEMENTARIOS OBLIGATORIOS
Fernando Ulloa
DISEÑO.COM
Capítulo 16 Pág.
257
1.
Ternura
y tierno.
2.
Los
despojados.
3.
Los
sobrevivientes.
4.
Ternura:
la ética del sujeto.
Gregorio Klimovsky
DISEÑO.COM
Capítulo 16 Pág.
258
1.
Distintos
factores de la violencia:
2.
Lo
económico social.
3.
La
corrupción.
4.
La
frivolidad.
5.
La
intolerancia.
6.
La
cultura de la droga.
TEXTO COMPLEMENTARIO OBLIGATORIO
Las
violencias de la lengua
Por Maite Alvarado
Según la forma en que se las utilice,
las palabras pueden traicionar a su pronunciador.
A veces la metáfora tiene sus riesgos, el cansancio pasa a ser fusilamiento y el hastío se transforma
en pudrición.
Juan Carlos Mareco, contraído,
miraba hacia la platea en busca de algún rostro amigo, un poco de luz, una
idea, cualquier frase que lo rescatara del mal rato. Ansiaba, entre los
silbidos, olvidarse para siempre de esa jornada inaugural del Festival de Cine
Español, dejar atrás la gente que desde la platea le decía, el último 18 de
junio, de todo menos simpático. Refiriéndose a los gestores del cine español,
Mareco –casi espontáneo- armó la frase allí mismo, con palabras en danza en
esos días. “Debemos rendirle –dijo- la obediencia debida al talento de los
artistas de ese país.” El eco de la frase fue un silbido. El hombre supo
entonces, esa noche, que el inconsciente puede jugar una mala pasada, eligiendo
–sin que uno quiera- una metáfora de dudoso gusto.
En otros tiempos, la metáfora era
considerada como una figura ornamental, un capricho de estilo que permitía a
los poetas disfrazar el lenguaje para “hacer el verso”.
De unos años a esta parte, la
lingüística y el psicoanálisis han llamado la atención sobre la cotidianidad de
la metáfora. El pensamiento analógico que la funda aparece muy temprano en el
ser humano: el chico que llama “tren” a una antigua cámara fotográfica que
exhibe su fuelle desplegado, está haciendo una metáfora. Claro, también la hace
el adulto que trata al niño de “burro” o “marmota”, que además le enseña el
valor de la sustitución analógica y su poder de persuasión. El niño experimenta
así, en carne propia, la humillación de la condición animal.
La equivalencia entre el intercambio
verbal y la guerra, sin ir más lejos, ha quedado registrado en un repertorio de
metáforas de uso generalizado: ¿quién, alguna vez, no contraatacó con
otro argumento, o defendió su posición a muerte, o dio en el blanco,
o bombardeó a su interlocutor con preguntas, o acosó al adversario
hasta derrotarlo, o se dio por vencido, o desplegó nuevas
estrategias, arremetió, descargó su artillería y venció?
“Argentina, a matar o morir”
tituló, a seis columnas, ocupando toda la página, una edición vespertina del
diario La Razón. La nota no se refería a ningún conflicto bélico sino a un
partido que la selección de fútbol protagonizaba, por la Copa América, frente a
Ecuador.
A veces la metáfora esconde,
sugiere, metaboliza. “Hoy, en el Día del Periodista –graficaba un chiste de
Limura-, quiero hacer un agradecimiento a la elipsis, a la metáfora y al
eufemismo, gracias a los cuales los riesgos más graves de esta profesión, una
de las más peligrosas del mundo, han quedado, en mi caso específico, confinados
a los rincones más oscuros de mi estilo.”
Otras, en cambio, despliegan
abiertamente situaciones, hechos, historia. “Cuando llegué a Europa, después de
muchos años, en mi primer café con una amiga, me sorprendió sobre todo una
frase. ‘Ahora me persigo con que no voy a poder pagar el alquiler’, me
dijo. Me quedé pensando. No dijo ‘estoy angustiada’, ‘me preocupa’, ‘me
obsesiono’, incluso. Dijo ‘me persigo’. Fue clarísimo: allí me estaba mostrando
muchas de las cosas que habían pasado acá”, explicaba una actriz exiliada
durante años en España.
Las distintas disciplinas
científicas, se sabe, han aportado a lo largo de la historia vocablos propios a
otros campos, permitiendo así la acuñación de sistemas de metáforas: la
mecánica plagó el discurso de las ciencias sociales y políticas de palancas,
resortes, engranajes; la biología aportó, en su momento, organismos,
anticuerpos, antídotos y virulencia; la química también
dejó su huella, precipitando, neutralizando, cristalizando
y corroyendo; más recientemente, la electrónica hizo posible emitir,
detectar, amplificar, codificar, modular, tener
buenas y mala ondas; la informática, por su parte permitió que cualquier
hijo de vecino optimice y minimice como si fuera moco de pavo.
Ahora bien, si la efectividad de la
metáfora literaria reside en su originalidad, en el hallazgo de una semejanza
inusitada entre realidades distintas, las metáforas cotidianas deben su éxito,
en cambio, a lo evidente de su analogía, que garantiza un reconocimiento cierto.
Por eso suelen recurrir a menudo al acervo popular (que dice que los zorros son
astutos y las brujas maliciosas, entre otras cosas) o a la experiencia
compartida. Ése es el caso de la multitud de metáforas de la lengua coloquial
que los argentinos hemos ido acuñando en los últimos tiempos y a través de las
cuales se habla, sin darse cuenta, del terror, de la represión y la violencia.
Una joven que ha decidido no volver
más a su novio, quizá le cuente esa noche a una amiga, con cierta angustia: a
Pablo le corté el rostro; Mató mil, se dice para agasajar a alguien
después de una buena performance; lo mandé en cana, lo mandó a
guardar, lo botoneó, para ejemplificar la labor de algún obsecuente
en el trabajo; entre los amigos, un adolescente, después de su primera cita
amorosa, dirá, con evidente orgullo, la dejé muerta; achicá el pánico
se le puede sugerir a un compañero que se queja por la demora del colectivo;
dejar en descubierto a alguien, frente a terceros, es incinerarlo;
después de una negociación muy costosa, con dificultades, se resuelve apretando
al otro para que firme de una vez el documento. Ya nadie, después de 12 horas
de trabajo sin parar, habla del cansancio, estoy fusilado ejemplifica
mejor. Le di con un hacha era, antes, le batí la justa o le chanté las
cuarenta.
Acaso como corolario de una
metodología represiva que no se ha podido olvidar, si se quiere definir al
nuevo marcador de punta de Boca Juniors o criticar a un joven novelista sólo
voluntarioso se dice, sencillamente, que no existe, lo hacemos desaparecer.
Para la clase de trabajos
prácticos del viernes 30 de octubre:
Estudiar:
“Diseños de la
violencia” (con sus textos complementarios obligatorios).
Es el capítulo
16 de DISEÑO.COM
“Democracia y
violencia”, en La sangre
derramada, José P. Feinmann
En MÓDULO 2
TEXTO COMPLEMENTARIO OBLIGATORIO
“Las violencias de la lengua”, por Maite
Alvarado
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