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ANUAL 2020 PLAN ANTERIOR
Viernes
26 de junio
TEÓRICO Nº 2
LA SEMIOLOGÍA
Guía de lectura
DISEÑO.COM
Capítulo
1
“La
semiología”
1.
El signo: unidad mínima de significación.
2.
Definición de Lengua
3.
Definición de Habla
4.
Definición de Lenguaje
5.
La diferencia entre lengua e idioma
6.
La diferencia entre lenguaje y vocabulario
7.
La semiología: semeion
8.
Definición de Saussure
9.
El signo según Saussure: definición
10.
El significado
11.
El significante
12.
Lo arbitrario del signo
13.
Carácter lineal del significante
14.
Inmutabilidad y mutabilidad: conceptos solidarios
15.
El valor.
16.
Paradigma y Sintagma: los dos ejes del lenguaje
17.
Denotación y Connotación
18.
El signo de vestimenta.
19.
La diferencia entre objeto cosa y objeto lingüístico
20.
El lenguaje y las ideas
21.
El mito bíblico: lengua y habla en Adán.
22.
¿Tiene sentido la búsqueda de una lengua “perfecta”?
23.
Babel: la confusión de lenguas, el multilingüismo
24.
El lenguaje: una laberinto de símbolos
25.
La bifurcación es en el tiempo: carácter lineal del significante. Mutabilidad e
inmutabilidad
26.
El jardín de senderos es una enorme adivinanza
TEXTOS COMPLEMENTARIOS OBLIGATORIOS
Ajedrez,
por ejemplo
El
que sigue es un ejemplo de Ferdinand de Saussure para lo conceptos de valor,
sincronía y diacronía. Son fragmentos tomados de los capítulos “La lingüística
estática y la lingüística evolutiva” e “Identidades, realidades, valores” del Curso
de lingüística general.
(…) Una partida de ajedrez es como una
realización artificial de lo que la lengua nos presenta bajo una forma natural.
Veámoslo
de cerca.
En
primer lugar, un estado de juego corresponde perfectamente a un estado de
lengua. El valor respectivo de las piezas depende de su posición en el tablero;
lo mismo que en la lengua cada término tiene su valor por oposición con todos
los demás términos.
En
segundo lugar, el sistema nunca es más que momentáneo; varía de una posición a
otra. Es que los valores dependen también, y sobre todo, de una convención
inmutable, la regla del juego, que existe antes del inicio de la partida y
perdura tras cada jugada. Esta regla, admitida de una vez por todas, existe
también en materia de lengua: son los principios constantes de la semiología.
Por
último, para pasar de un equilibrio a otro, o –según nuestra terminología- de
una sincronía a otra, basta el desplazamiento de una pieza; no hay trastorno
general. Aquí tenemos el paralelo del hecho diacrónico con todas sus
particularidades. En efecto:
a)
Cada jugada de ajedrez no pone en movimiento más que una sola pieza; de igual
modo, en la lengua los cambios se refieren a elementos aislados.
b)
A pesar de esto, la jugada tiene una repercusión en todo el sistema; al jugador
le es imposible prever exactamente los límites de ese efecto. Los cambios de
valores que resulten serán, según el caso, o nulos, o muy graves, o de
importancia media. Tal jugada puede revolucionar el conjunto de la partida y
tener consecuencias incluso para piezas dejadas de lado. Con la lengua ocurre
exactamente lo mismo.
c)
El desplazamiento de una pieza es un hecho absolutamente distinto del
equilibrio precedente y del equilibrio subsiguiente. El cambio operado no
pertenece a ninguno de esos dos estados: pero los estados son lo único
importante.
En
una partida de ajedrez, cualquier posición dada tiene por carácter singular
estar liberada de sus antecesores; da exactamente igual que se haya llegado a
ella por una vía o por otra; el que ha seguido toda la partida no tiene la
menor ventaja sobre el curioso que viene a ver el estado del juego en el
momento crítico; para describir esta posición es completamente inútil recordar
lo que acaba de pasar diez segundos antes. Igualmente, todo esto se aplica a la
lengua y consagra la distinción radical de lo diacrónico y lo sincrónico. El
habla no opera más que sobre un estado de lengua, y los cambios que suceden
tras los estados no ocupan en ellos lugar alguno.
Sólo
hay un punto en que la comparación no concuerda: el jugar de ajedrez tiene la
intención de realizar el desplazamiento y de ejercer una acción sobre el
sistema, mientras que la lengua no premedita nada; es espontánea y
fortuitamente como sus piezas se desplazan –o mejor, se modifican- en ella.
Para que la partida de ajedrez se parezca por entero al juego de la lengua,
habría que suponer un jugador inconsciente o ininteligente. Por otra parte,
está única diferencia hace más instructiva aún la comparación, mostrando la
absoluta necesidad de distinguir en lingüística los dos órdenes de fenómenos:
Porque si los hechos diacrónicos son irreductibles al sistema sincrónico que
condicionan cuando la voluntad preside un cambio de ese género, con mayor
motivo lo serán cuando enfrentan una fuerza ciega con la organización de un
sistema de signos.
(…)
Tomemos un caballo: ¿es en sí mismo un elemento del juego? No, con toda
seguridad, porque en su materialidad pura, fuera de su casilla y de las demás
condiciones del juego, no representa nada para el jugador y sólo se convierte
en elemento real y concreto cuando se reviste de su valor y forma cuerpo con
él. Supongamos que en el transcurso de una partida esta pieza resulta destruida
o perdida: ¿se la puede reemplazar por otra equivalente? Por supuesto: no
solamente por otro caballo, sino por una figura carente de todo parecido con
ésta que será declarada idéntica, con tal que se le atribuya el mismo valor.
Para la clase de trabajos prácticos
del viernes 3 de julio:
Estudiar:
En DISEÑO.COM:
Prólogo,
Introducción y Capítulo 1 "La semiología"
En
Módulo 1:
Del Curso de lingüística general,
Ferdinand de Saussure:
Capítulo
IV: El valor lingüístico.
Capítulo
V: Relaciones sintagmáticas y relaciones asociativas.
Tres o
cuatro preguntas:
· Distinguir entre Funcionalismo y
Estructuralismo
· Proponga ejemplos de Valor
· Proponga ejemplos de denotación y
connotación