miércoles, 18 de febrero de 2015

- Teórico Nº 14: Los diseños del amor

Miércoles 18 de febrero

TEÓRICO Nº 14
Los diseños del amor

Guías de lectura
“Los diseños del amor”
Capítulo 14 de DISEÑO.COM

1.    El amor como subjetividad
2.    Subjetividades de amor.
3.    Amor y comunicación.
4.    Baudrillard y Barthes para ingresar al tema del amor.
5.    Del amor se puede decir “todo”.
6.    Un pequeño punto de la nariz.
7.    Modos Comunicacionales.
8.    La relaciones de comunicación.
9.    El amor: lo poético.
10.  El amor: homólogo, interpares, etc.
11.  El amor: invención incesante en el tiempo.
12.  Malentendido.
13.  Bieentendido.
14.  Construcción cultural
15.  Discurso Amoroso: las Funciones del Lenguaje.
16.  Discurso Amoroso: las Figuras del Mito.
17.  La pareja: vínculo oxímoron.
18.  Amor y Epistemología. Amor y Poder.
19.  “Brevísima epistemología”
20.  El amor funcionalista: las cuantificaciones del amor. El debe y el haber amoroso.
21.  El amor estructuralista: lo vincular, el nosotros inclusivo. Estructural y Estructurado.
22.  El amor como devenir: el concepto de “devenir”. El amor como constructo.
23.  El Discurso Amoroso y “su” Diseño: El diseño amoroso.
24.  Historia del Amor. Amor y matrimonio. Amor y pareja. Circunstancias históricas.
25.  Perspectiva histórica y cultural del Romanticismo.
26.  Religiosidad y Deseo.
27.  El cruce en el Cuadrado Semiótico: “otros” cuatro modelos.


Fragmentos de un discurso amoroso, Roland Barthes
Módulo 2

EN LA CALMA TIERNA DE TUS BRAZOS
1.    El abrazo (definición)
2.    “estamos en el sueño, sin dormir”
3.    “incesto prorrogado”
4.    surge lo genital: la lógica del deseo
5.    dos sujetos a la vez: maternidad y genitalidad.
6.    La saciedad: la contracción y contradicción de los dos abrazos.

UN PEQUEÑO PUNTO DE LA NARIZ
1.    Alteración (definición)
2.    Una marca ligera, mas una clara marca de corrupción
3.    Un punto que vincula a l otro con un mundo “simple”.
4.    alteración de la imagen: vergüenza por el otro
5.    la imagen mezquina
6.    “una relación de calidad”
7.    el lenguaje, sobre todo, por el lenguaje
8.    los lenguajes que “otros” le prestan
9.    deseo, respecto de un tercero (no celoso)
10.  La imagen de otro es, entonces, otro, un extraño
11.  El deseo “loco”
12.  El reflujo de la imagen.

AGONY
1.    Angustia (definición)
2.    El desmoronamiento por amor.
3.    La angustia de amor.

AMAR EL AMOR
1.    Anulación (definición)
2.    “para que traslade mi deseo”
3.    “es mi deseo lo que deseo2
4.    “sufro al ver al otro (que amo) así disminuido...

“QUIERO COMPRENDER”
1.    Comprender (definición)
2.    ¿Qué se piensa del amor?
3.    Reparar en el proverbio chino que se cita.
4.    Querer comprender.
5.    El grito del amor.
6.    No interpretar más...
7.    ¿La “ciencia de los lapsus” puede descubrirlo?

EL MUNDO ATÓNITO
1.    Desrealidad (definición)
2.    “El mundo está lleno sin mí” (“en un acuario”)
3.    “Vivo el mundo (el otro mundo) como una histeria generalizada”
4.    “Sufro la realidad como un sistema de poder”.
5.    El mundo ya no resulta irreal sino disreal.

TRAJE AZUL Y CHALECO AMARILLO
1.    Indumentaria (definición)
2.    “Trajeándome, adorno lo que fracasará del deseo (vincular a moda).
3.    Parecerse a quien ama.
4.    “Quiero ser el otro, quiero que él sea yo...”
5.    “La indumentaria que lo “disfraza” de enamorado lo encierra tan fuerte que...”


TEXTO COMPLEMENTARIO OBLIGATORIO
Perdidos
Por Marcelo Birmajer

            “Inicialmente la Tierra viajaba alineada en una hilera de planetas, por un camino variado, hacia un destino cambiante pero siempre venturoso”, me explicó mi amigo Lipton. “Algún renuncio de la voluntad humana nos impulsó hacia el sol, o hacia la luna, y nos perdimos. Quedamos varados, girando alrededor de un mismo eje, bajo un único cielo, alelados. El resto de los planetas afortunados aún continúan su odisea triunfal”, cerró.
            “Algún día alguien descubrirá la ley de la cosas perdidas; la fuerza magnética que aleja a los objetos de la percepción de quien los busca y los dispara hacia el caos. Todavía hay una cabeza que espera que se le caiga esa manzana. Se hará famoso y rico, pero no encontrará las cosas con mayor facilidad. Todos los días pierdo una hora buscando las llaves, la billetera, el teléfono, los anteojos, las carpetas. Pero lo que me desespera son los libros. Un título que busco en mis bibliotecas; primero, con el rabillo del ojo, porque estoy seguro de que está allí, por orden alfabético, lo veo todos los días, y de pronto… desaparece. Basta con que lo busque. ¿A quién se lo presté? ¿Quién me lo robó? ¿Lo vendí sin darme cuenta?. ¿Se autodestruyó? Hasta que años después, cuando ya no lo busco, en el lugar más imprevisto, reaparece. Hace dos años me ocurrió con El corazón de las tinieblas, de Conrad. Lo necesitaba para una cita, para un artículo de finanzas para la revista polaca. Todos los días me lo cruzaba, me decía que debía releerlo. No recordaba si me había aburrido. Hasta que lo necesité. Se esfumó. No quería buscar el pdf en la web, ni volver a comprarlo por 30 pesos: quería mi libro, donde había subrayado la frase una decena de años atrás. No lo encontré. Mandé el artículo sin la frase. Descubrí que necesitaba ayuda. El aviso que puse fue pidiendo una chica para la limpieza, “esencialmente ordenada”, agregué. Pero lo que yo en realidad quería era alguien que me encontrara los libros. Pasaron Nina, Lita, Bety, Johana, algunas dejaban el departamento reluciente, otras cocinaban como gourmets, casi todas me encontraban las llaves, la billetera, las carpetas. Pero ninguna se daba mañana con los libros. Hasta que apareció Virginia. Le pedí Marathon Man, de William Goldman, porque había visto la película de casualidad unos días atrás. Lo encontró en cinco minutos. Yo lo había buscado intermitentemente durante 72 horas. Le pedí Disparen sobre el pianista, de David Goodis: cinco minutos. Yo lo había buscado por lo menos un lustro. Un mediodía que debía salir a recorrer los comercios y dar una vuelta por la City, para un relevamiento, le pedí un libro al que ya había dado por literalmente perdido, seguramente en una mudanza: el Karl Marx de Isaiah Berlin. Cuando regresé de mi peregrinaje, el Marx de Berlin asomaba de la biblioteca. No lo había sacado, sólo inclinado de tal manera que yo lo viera ni bien entrara. A su lado estaba El corazón de las tinieblas. Creí que Virginia ya se había marchado, pero apareció por la cocina con un té frío. Tomé la taza, le tomé el rostro y le planté un profundo beso de agradecimiento en la mejilla. Permaneció mirándome, desconcertada, pero no esquiva ni molesta. Cuando me quise dar cuenta, se nos hizo de noche.
            El amor es la fuerza que nos vuelve a hacer sentir alineados en esa ristra de planetas venturosos. Virginia iba y venía de Lugano todos los días; nos pareció natural evitar esa fatiga. Soltera, sin hijos, cuarenta años; y yo cincuenta y cinco. Pronto estábamos viviendo juntos; dejó de ser mi empleada, pero se sostenía el sistema por el cual yo aportaba el dinero y ella el orden. Noté que algo había cambiado cuando le pedí El Apocalipsis, de Oriana Fallaci, y me respondió si no lo podía buscar yo. Le expliqué: yo no podía. Y lo dejó para después. Nunca me lo dio. Al mes me reprochó que yo siempre perdía las cosas. Le dije que gracias a eso nos habíamos conocido; ella sólo chistó, no supe si con desagrado o gracia. Cuando le pedí Del buen salvaje al buen revolucionario, de Rangel, sencillamente no lo encontró. “Lo debes haber vendido”, sugirió. Unas semanas más tarde, milagrosamente, lo encontré. Le dije que lo nuestro había terminado. Y éste volvió a ser uno de los lugares oscuros de la Tierra… “Estoy citando a Conrad”, me aclaró.

Para la clase de Trabajos Prácticos del jueves 19 de febrero:

Estudiar:
“Los diseños del amor”, es el capítulo 14 de DISEÑO.COM

Textos escogidos de Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes   
En Módulo 2

TEXTO COMPLEMENTARIO OBLIGATORIO
“Perdidos”, en este APUNTE.